Podría empezar este artículo parafraseando la canción de los Hombres G: Estoy llorando en mi habitación, Todo se nubla a mi alrededor…
Ciertamente es así, porque estoy en el salón de mi casa, presenciando en directo la retirada de la camiseta de mi hermano Pau Gasol, aunque las lágrimas son de alegría y de orgullo.
Sí, mi hermano. Porque así lo sentí desde el primer momento que le vi. Él ya era un buen mozo cuando le conocí. Tampoco es algo que me haga extraordinario, ya que imagino que no seré el único que siente a Pau como si fuera su hermano, aquel a quien ha apoyado, con quien ha soñado, con el que ha compartido la gloria del éxito y la amargura de las derrotas, con el que ha sufrido en las lesiones, con el que ha estado a su lado en la rehabilitación, alentándole, animándole y consolándole. No, estoy seguro de que Pau Gasol tiene cientos de hermanos… como yo… que también le acompañan en este momento histórico.
Hasta entonces había pasado desapercibido para mí, aunque imagino que también para la mayoría de los aficionados españoles al baloncesto. Eran otros tiempos, cuando aún tenías que desconectar la línea telefónica para poder acceder a internet, cuando veías pasar tu vida delante de la pantalla del ordenador mientras se cargaba una página web, cuando los teléfonos móviles eran indestructibles. Entonces no había la saturación de información que hay hoy en día, y tenías que conformarte con lo que te contaran en los medios de comunicación más populares y habituales.
Fue en el Mundial Junior de Lisboa, en aquel mes de julio de 1999, cuando la selección española vencía a Argentina en semifinales y a los EEUU en la final, y en la que un joven Pau Gasol, que parecía más un larguísimo palo de escoba que un jugador de baloncesto, no era ni siquiera el primer cambio de los pívots titulares de la selección de España. Por delante de él Germán Gabriel, Felipe Reyes y Antonio Bueno. Sólo las faltas personales de Germán hicieron que se adelantara su salida a cancha.
Aunque realmente la verdadera eclosión de Pau no se produjo hasta un par de temporadas después, y de nuevo fue la “casualidad” la que se cruzó en su camino. Y es que el FC Barcelona había fichado a una super estrella de la NBA para jugar en el puesto de pívot, Rony Seikaly, pero resultó que los caracteres de Rony y de Aito García Reneses (Aíto siempre presente en la historia del baloncesto español) no cuajaron convenientemente, y el norteamericano se largó con la música a otra parte. Eso dio la oportunidad de jugar más minutos a Pau, que los aprovechó (¡vaya si los aprovechó!). Recuerdo verle un 21 de junio del 2001, en el tercer partido de la final de la Liga ACB, en el antiguo Pabellón de la Ciudad Deportiva del Real Madrid, con mi hijo Drazen en brazos, y disfrutar de la exhibición que dio y que le valió para ganar el título de liga y el galardón de Mejor Jugador de la Final. ¡Qué orgulloso estaba de mi hermano Pau!
Luego llegó su decisión de presentarse al Draft de la NBA, al final de esa misma temporada. Se hablaba de las posibilidades que tenía de entrar entre los 10 primeros. Yo soñaba que fuera Michael Jordan, por aquel entonces en los Wizards de Washington, el que le seleccionara en la primera posición, No por que fuera el número 1, sino porque quería que mi hermano estuviera junto con el mejor jugador de todos los tiempos. No pudo ser, y estoy seguro de que Michael se arrepintió en más de una ocasión de no haberle elegido, y fueron los Memphis Grizzlies, via Atlanta Hawks, los que le seleccionaron en la tercera posición. Allí estaba yo, con la radio puesta en mi oreja, escuchado el Draft de la NBA hasta que salió el nombre de Pau. convirtiéndose en el primer jugador no formado en Estados Unidos elegido en el número más alto del draft en aquel momento.
Unos Memphis Grizzlies en los que hasta 7 jugadores tenían menos de 24 años, y en el que Pau Gasol, con 21 años, no era el más joven (el griego Antonis Fotsis tenía 20). Vimos su primera canasta a los Pistons de Detroit, A partir de ese instante todo lo que hacía Pau iba camino de convertirse en un logro nunca antes visto en el baloncesto español, como fue el premio de novato del año, entrar en el mejor quinteto de novatos, y disputar un All Star con los rookies en su primer año en la NBA. Pero si de una jugada nos acordamos todos, más incluso que el propio Kevin Garnett, fue el mate que le hizo “in your face” y que dio lugar a ese “uno, dos, tres. Olé” del narrador de la televisión estadounidense y escuchamos al mítico Andrés Montes llamarle E.T. Pero también acudimos a la frustración ver cómo los Grizzlies eran incapaces de ganar un sólo partido de Play Offs en las tres ocasiones que alcanzaron las postemporada con Pau en la plantilla.
Su salida de los Grizzlies, que en un principio pudo verse como un fracaso, fue el origen de sus mayores éxitos en la NBA, ya que el día 1 de febrero de 2008 Pau era traspasado a Los Angeles Lakers. Y fue llegar a Los Ángeles, y triunfar. Su alianza con Kobe Bryant era el inicio de una gran amistad que dura hasta hoy en día. Phill Jackson le consideraba como el jugador clave de su sistema de juego. Y se convirtió en el primer jugador español en jugar una Final de la NBA. También fue el primero en perderla, porque los Celtics de Boston se pusieron en su camino.
No era nada más que el preludio de lo que veríamos las dos siguientes temporadas, con los Lakers ganando dos anillos de manera consecutiva.
Las cosas eran diferentes con la Selección de España, desde que aquella generación de juniors de oro tomó posesión de la selección absoluta y en el verano de 2006 nos llevamos la mayor alegría hasta aquel momento, ganando el Mundial de Baloncesto en Japón. No eran sus compañeros, eran sus amigos. Aquello no era nada más el comienzo de la mejor década para el baloncesto español, con 3 títulos de Eurobasket, con dos finales olímpicas, con un título mundial, para un total de 11 medallas internacionales.
Hoy Pau Gasol, leyenda del baloncesto español, entra en la historia del baloncesto mundial con la retirada de su camiseta con el número 16 en el Staples Centre de Los Ángeles Lakers. Esto es algo que, de nuevo, nunca había sucedido antes en la historia del baloncesto español y que, de nuevo, ha tenido que ocurrir gracias a mi hermano.
Gracias por todo Pau.